Vivir para ver...

La tontería humana parece no tener límite. Lo malo es cuando, además, se ofende al resto de la humanidad, o al menos a quienes lo pasan mal por sobrevivir.

Esto viene a cuento por una noticia que me llegó a principios de agosto del 2006 (ha llovido un poco desde entonces, lo sé). En el pueblo francés de Séte, la hija de un empresario de la industria textil se casaba. Doscientas personas estaban invitadas a la ceremonia. Al salir, los confetis que se lanzaron a los recién casados procedían de billetes de 5, 10, 20 y 50 euros, que habían sido troceados para fabricar las pepelinas. La gente del pueblo, que intentó recoger fragmentos para ver si reconstruía alguno de los ejemplares, denunció el derroche. Se calcula que el enlace pudo haber costado 40.000 euros.

Lo más gracioso de todo es que, la misma gente que seguro se dio de tortas por conseguir los trocitos fuera la que denunciara el derroche. Seguro que los que más se quejaron fueron los que no recogieron nada...