miércoles, noviembre 18, 2009

 

Bodas de ultratumba

Hay gente que hace todo para pasar por el altar pero nunca habría creido los extremos a los que llegar algunos. Hace ya un tiempo que lei en el Confidencial que, al detener a cuatro chinos en evidente estado de embriaguez conduciendo un coche, la policía descubrió el cadáver desenterrado de una joven en el maletero.

Aunque a primera vista pudiera parecer "solamente" una profanación, parece ser que cierta tradición local tenía mucho que ver: el "Minghun", las bodas entre cadáveres de solteros. Cómo señalaba Yao Ping, antropóloga e historiadora, autora de libros sobre tradiciones y mujeres en la China imperial, "Creo que la creencia más importante detrás de esta práctica es que todo el mundo debe casarse". Ya, la versión oriental de evitar quedarse para vestir santos, seguro.

Volviendo a la noticia, en junio de este año el señor Lu se puso en contacto con un "casamentero", su vecino para más señas, para que buscara una muerta de edad similar a la de su hijo, fallecido en un accidente en agosto de 2008.

En el distrito (Hangshang, provincia de Shaanxi) son frecuentes este tipo de bodas "póstumas", aseguraba el diario local, así que el vecino negoció con otra casamentera la compra del cadáver de una joven que se había suicidado en 2007 al suspender el examen de acceso a la universidad. El señor Lu y su hermano acudieron a Dawang, el pueblo de la suicida, para negociar con el tío de la muerta la "dote", y acordaron 38.000 yuanes (5.560 dólares, 3.860 euros).

Sin embargo, cuando ya estaban cavando en la tumba para recuperar el cadáver, los familiares rompieron el pacto (en todas las familias hay problemas, y por muy muertos que estén los novios aquí no iba a ser menos), por lo que los Lu decidieron robar el cadáver el 3 de junio, cuando fueron interceptados por la policía.

Detrás de este ritual pervive la creencia china de que los solteros traen desgracias y hay que asegurarles una vida feliz en ultratumba, una tradición que parece ser habitual en provincias como Shaanxi (meseta del Loes), pero también en Fujian o Taiwán.

Yao, profesora de la Universidad de California Los Ángeles, explica que los primeros registros históricos de esta tradición se remontan por lo menos a la dinastía Zhou (1045-256 a.C.), cuando la costumbre se llamaba "jiashang" (casar a los jóvenes muertos) y era ampliamente practicada durante la dinastía Tang (618-907).

Aunque algunos antropólogos citan a familiares que aseguran que el espíritu manifiesta su deseo de contraer matrimonio, Yao opina que "son los padres quienes buscan" la boda a través de familiares y casamenteros. La macabra costumbre se convirtió en delictiva cuando en los últimos dos años fueron detenidos individuos y bandas acusados de asesinar a prostitutas y retrasadas mentales que vendían como cadáveres "frescos" para los Minghun, por hasta 2.600 dólares cada uno, en una extraña mezcla de tradición y práctica capitalista.

"Creo que el capitalismo es la principal razón detrás de esos negocios. Nunca he encontrado casos similares de asesinato por un Minghun en otros periodos", señala la antropóloga Yao. Sin embargo, "no hay una ley específica que prohíba el Minghun", añade Yao, quien asegura que en la antigüedad "raramente se hacía por cobrar la dote, al menos no en la China imperial".

El Minghun, en mandarín "destino" y "alma", varía tanto regionalmente como en cuanto a la capacidad adquisitiva de la familia, siendo las bodas más caras las practicadas con cadáveres, orquesta fúnebre y banquete, aunque es más usual un ritual con cenizas y, para quienes no se pueden permitir una "soltera", siempre queda el recurso a la novia de paja, el más barato.

Una de las primeras antropólogas en documentar el ritual, Emily Ahern, explica en "El culto a los muertos en un pueblo chino" (1973) cómo "los vivos estaban preocupados por aquellos entre los muertos cuyos sueños o vidas quedaron sesgados por la muerte", y recrea un proceso casi completo de Minghun.

Aunque Yao asegura que en la actualidad el Minghun no es tan frecuente, un periodista que viajó a Chenjiayuan (Shaanxi) a raíz de los asesinatos de 2006, descubrió que la costumbre se practicaba con bastante frecuencia en la zona, como la más alarmante muestra de respeto parental confucionista por los valores familiares.


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