lunes, octubre 12, 2020

 

La memoria dei pesci rossi dura 3 secondi

 (Letto sul magazino Focus di settembre 2009)

Niente affatto: ricordano visi, suoni e colori per almeno tre mesi.

È un luogo comune, usato perfino in uno spot, che la memoria di un pesce rosso duri solo 3 secondi. Così, c'è anche chi ha messo a tacere i sensi di colpa per aver alloggiato il pesciolino in una mini-boccia di vetro, pensando che, ad ogni giro, tutto gli appaia nuovo. 

Ma non è vero. Secondo uno studio del-l'Università di Plymouth (GB), la sua memoria dura 3 mesi e distingue forme, suoni e colori. 

Ciao padrone! Secondo la ricerca i pesci imparano a spingere una leva sempre alla stessa ora per avere cibo. E tutti i proprietari di pesci rossi sanno che non appena il padrone si avvicina alla boccia il pesce sale in superficie, per mangiare. Si annoia quindi? Chissà! Forse un compagno lo gradirebbe...

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viernes, octubre 09, 2020

 

Afronautas, el año que Zambia quiso enviar un astronauta a la luna


(Un texto leído en el abc digital el 9 de diciembre de 2011)

El país africano desarrolló un disparatado programa espacial en los años sesenta.

Cuando se habla de la carrera espacial, todo el mundo piensa en la lucha que mantuvieron los Estados Unidos y la desaparecida Unión Soviética por convertirse en la primera potencia capaz de llevar un hombre a la Luna. Sin embargo, no fueron los únicos países que durante la Guerra Fría se lanzaron a la conquista del espacio.

Según cuenta Guillermo Carvajal en “La brújula verde”, a comienzos de la década de los 60, Zambia también desarrolló su propio programa espacial. Su objetivo era enviar un cohete a la luna, tripulado por doce astronautas y dos gatos.

La iniciativa fue ideada y puesta en marcha en 1962 por Edward Makuka Nikoloso, un profesor de ciencias y activista político que fundó la Zambia National Academy of Science, Space Research and Philosophy.

Para poder llevar a cabo el proyecto, Nikoloso construyó un centro de entrenamiento cerca de la capital del país, Lusaka. En esas instalaciones, mientras los futuros astronautas recibían consignas tan disparatadas como no forzar la conversión al cristianismo de los habitantes marcianos, otros operarios se encargaban de construir artesanalmente la nave que debería llevarlos hasta el planeta rojo, que sería impulsada con un sistema derivado de la catapulta.

Como es lógico, el gobierno de Zambia no puso demasiado interés en esta alocada iniciativa, así que Nikoloso solicitó siete millones de libras a la UNESCO para afrontar los costes de su programa espacial. El dinero nunca llegó y el proyecto acabó siendo cuando abandonado cuando Matha Mwambwa, la primera mujer de raza negra que debía llegar a Marte, se quedó embarazada y abandonó el programa con sus gatitos. Pese a la evidente inviabilidad del proyecto, el profesor Nikoloso nunca reconoció que su idea era una utopía. Al contrario, llegó a escribir artículos de prensa en los que la defendía, a la vez que aseguraba que los rusos y americanos espiaban su trabajo y planeaban robarle a la chica astronauta con el objetivo de frustrar su proyecto.

sábado, octubre 03, 2020

 

Vacas mochileras


(La columna de Quim Monzó en el suplemento dominical del Periódico de Aragón del 29 de septiembre de 2019)

De entrada parecía buena idea. Hace seis años investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria argentino lograron recolectar las flatulencias de los bovinos. Son animales que liberan pedos tremendos, que contribuyen de forma espectacular al efecto invernadero. Una vez capturados, purificados y comprimidos serían biocombustible que se utilizaría como energía para uso doméstico: luz, neveras, radiadores... Incluso como combustible para los coches. Uno de los investigadores detalló el rendimiento: “Una vaca emite alrededor de 300 litros de metano por día, que pueden ser utilizados para poner en funcionamiento una heladera de 100 litros de capacidad a una temperatura entre dos y seis grados durante un día completo”. Por si no fuese bastante beneficio tener una nevera en marcha cada día gracias a una simple vaca, disminuiría la cantidad de gases nocivos para el medio ambiente. 

Tal como repite la FAO, lo ideal sería que dejáramos de comer carne porque los rumiantes producen el 9% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Desaparecidos los rumiantes de la faz de la Tierra, ese 9% pasaría a ser cero. Pero dile eso a un carnívoro, sobre todo si es de Argentina, donde los asados son un orgullo nacional. Por ello decidieron capturar las ventosidades vacunas con ese sistema de cánulas que van desde la panza de la bestia hasta una mochila que se sitúa en su lomo. La conexión se hace con fístulas de 2 milímetros de diámetro, inseridas por micropunción, con anestesia, para que el animal no sienta dolor. Que ningún animalista sufra por si esa mochila es pesada y puede acabar por lastimarles la columna, todo el día con ella de un lado a otro. Es grande, pero tan sólo pesa 500 gramos, infinitamente menos que las pesadísimas mochilas que cargan en sus espaldas los niños de hoy en día. 

Tras seis años de pruebas han llegado a la conclusión de que el invento es una chorrada. Los del Instituto de Tecnología Agropecuaria dicen ahora que es una fantasía sin base científica. De forma que han readaptado el viejo plan y se dedican a medir la cantidad y las características de los cuescos bovinos en función del clima y del tipo de alimentación de cada zona del país, a fin de mejorar los pastos y los suplementos alimentarios para que emitan menos metano. Así mantienen el postureo sostenible y Argentina puede seguir produciendo sus espléndidos bifes de chorizo, gracias a Dios sean dadas.

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