jueves, abril 01, 2021

 

Vida salvaje en pleno Berlín

 (Un texto de Juan Carlos Barrena en el Heraldo de Aragón del 22 de agosto de 2015. Y sí, ahora que hemos visto corzos en las calles de Zaragoza por la pandemia, puede parecer menos impresionante. Pero es que esto ocurre con la ciudad en plena vida; no encerrados en casa)

No es raro cruzarse con jabalíes en los parques de la capital alemana. Hay tantos que el Gobierno ha dado licencias urbanas para cazarlos. El año pasado abatieron a mil.

Cruzarse con una piara de jabalíes al amanecer o al anochecer en una calle berlinesa no es algo inusual. Los habitantes de algunos barrios en la ciudad saben que en ese caso hay que guardar distancias si se quiere evitar el ataque de una celosa jabalina que protege a sus jabatos.

La Guardia Forestal de la capital alemana calcula que más de 5.000 jabalíes viven en el término municipal de la metrópoli. Se multiplican de tal manera, que solo el año pasado fueron abatidos más de un millar por los 40 cazadores privilegiados que disponen de una licencia urbana. Cazadores que abatieron también a más de 300 corzos y un centenar de zorros y que deben superar criterios de selección muy estrictos para poder pasearse con una escopeta o un rifle al hombro en un coto lleno de zonas residenciales.

De las 90.000 hectáreas de superficie que tiene Berlín, más de 18.000 están consideradas «zonas relevantes para la caza» por las autoridades municipales, 14.000 son bosque y las 4.000 restantes campo abierto y se encuentran en barrios periféricos como Kopenick o Spandau, pero también en algunos céntricos como Charlottenburg o Wilmersdorf.

La bióloga Milena Stillfried, directora del proyecto de investigación 'Jabalíes en la ciudad' del Instituto Leibniz de Zoología (IZW), reconoce que en algunos barrios se han convertido en una plaga. «Tienen camadas de hasta diez jabatos hasta dos veces al año si el clima es benigno y no falta el alimento», señala la experta, quien considera que su caza sistemática es inevitable si se quiere mantener su población bajo control.

«Sin lobos carecen de enemigos naturales», explica la bióloga, quien destaca que a la búsqueda de alimentos no dudan en tirar cubos de basura o invadir jardines privados, pero también colonias de huertos particulares e incluso cementerios, que frecuentemente dejan arrasados.

Berlín es poco menos que una selva en lo que a fauna salvaje se refiere y las especies adaptadas al medio urbano no hacen sino aumentar. «Muchos animales tienen en esta gran ciudad mejores posibilidades de supervivencia que en el campo, sobre todo porque la oferta alimenticia es ya mejor», asegura Derk Ehlert, comisionado del Senado de Berlín para la fauna salvaje.

El experto explica que algunos animales salvajes como los zorros, ardillas, conejos o jabalíes han aprendido a vivir cerca del hombre y se benefician de él. En parques, bosques, grandes solares vacíos o jardines encuentran numerosos refugios y en muchos casos tienen mejores posibilidades de alimentarse que si vivieran en campo abierto o en grandes bosques a las afueras de la ciudad. Algunos se pasean con sumo desparpajo, como la zorra

de la Cancillería Federal. Una raposa que a primera hora de la mañana o a última de la tarde cruza descaradamente la calle que separa la oficina de Angela Merkel del Reichstag, el Parlamento germano, junto al que se presume como su territorio: el Tiergarten, el gran parque ante la Puerta de Brandeburgo.

Cada árbol con su matrícula. «Berlín es única por su estructura. La ciudad está ordenada en forma de estrella y se ve cruzada por mucho verde, de manera que los animales pueden moverse desde la periferia hasta el mismo centro», subraya Ehlert.

Un verde que no solo se extiende por parques y jardines, públicos y privados, sino también por las propias calles. Con precisión alemana, la Oficina de Medio Ambiente del Senado de Berlín tiene censados 438.000 árboles solo en las calles de la ciudad, una media de 82 por cada kilómetro de carretera urbana. Todos están numerados y llevan una chapa con su matrícula individual.

A estos hay que añadir los que pueblan los más de 2.500 parques y jardines públicos sobre una superficie de 6.500 hectáreas. O los de las 73.000 parcelas de huertos particulares en los que muchos berlineses disfrutan de su tiempo libre cultivando flores, verduras y frutales. Un gigantesco bufé para todo tipo de animales salvajes, sin contar los jardines de las viviendas privadas.

Mas de 150 especies de aves anidan en Berlín, entre ellas tres parejas de águilas pescadoras que buscan su alimento en alguno de los 13 grandes lagos de la ciudad. Pero también otras rapaces como halcones peregrinos, azores, lechuzas y búhos. Garzas, grullas y cormoranes, esos últimos por centenares, pueblan lagos, canales y ríos y compiten con los pescadores a la hora de alimentarse de anguilas, barbas, lucios y carpas.

Derk Ehlert comenta orgulloso que Berlín cuenta también con cerca de un centenar de castores. «Han colonizado lugares tan céntricos como el parque del Tiergarten, ante la Puerta de Brandeburgo, o los jardines del palacio de Charlottenburg», anuncia Dehlert, quien destaca que hace un siglo fueron extinguidos en la región y desde hace 25 años comienzan a repoblar la capital. Llegaron desde la región de Brandeburgo con la caída del muro, y se han convertido en una especie mimada por las autoridades.

Una ciudad verde

Bosques y praderas. Más del 20% de la superficie de Berlín es verde, con bosques, praderas y grandes parques. La capital alemana dispone de 18.000 hectáreas aptas para la caza y la ciudad cuenta con una población de más de 5.000 jabalíes y cientos de corzos y ciervos que viven en libertad. Zorros y hasta castores figuran entre la fauna de Berlín, donde también viven águilas pescadoras, cormoranes y grullas. Han colonizado lugares tan céntricos como el parque del Tiergarten, ante la Puerta de Brandeburgo y al lado del Parlamento alemán, o los jardines del palacio de Charlottenburg.


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