viernes, julio 25, 2014

 

Cancelación imposible



(Parte de la columna de Isabel Coixet en el dominical de El Periódico del 1 de octubre de 2013)

[…] un hombre en Inglaterra, Peter Fitchett, ha tenido que escuchar. Su hijo de 14 años, un virtuoso del violín, se suicidó tirándose de un puente en un viaje escolar y la compañía telefónica de su teléfono móvil se negó a cancelar el teléfono, dado que el padre no poseía el pin de su hijo y que el plan que había suscrito era por dos años. Cuando firmaron el contrato, este fue suscrito con el nombre del padre, al ser el chico menor de edad, y la compañía no aceptaba la explicación del suicidio del hijo: llegó a decirle al padre que vendiera el terminal para pagar el contrato, a lo que el hombre se vio obligado a responder que su hijo se tiró del puente con el teléfono en el bolsillo y que no estaba en las mejores condiciones para ser vendido.

Por escrito, con mensajes, con ironía, con mails, este hombre intentó cancelar el contrato de su hijo sin conseguirlo, recibiendo únicamente respuestas automáticas, hasta que el caso salió a la luz pública en el 'Daily Mail' y numerosos lectores se sumaron a las críticas a la compañía, que se apresuró entonces a cancelar el contrato por miedo a la mala publicidad que estaba generando el caso. Los beneficios son lo único importante, aunque sea a costa de hundir un poco más en la miseria a un padre que acaba de perder a su hijo.

Las personas ya no importamos. Solo importamos en la medida en que somos consumidores. Y cuando dejamos de serlo, alguien tiene que pagar por nosotros, aunque sea un padre en pleno duelo.

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