sábado, julio 12, 2014

 

Aproveche la red de hiperfavores



(Un texto de Carlos Salas en el suplemento económico de El Mundo del 8 de junio de 2008)

¿Cuántos favores ha hecho usted esta semana? Yo he hecho algunos, y también he pedido otros. Me he metido en internet para ver si existe bibliografía sobre los favores, y de repente, lo juro, me encontré con favorville

¿Favorville? ¿La ciudad de los Favores? Me recordó los falansterios que Charles Fourier y cuatro chalados instalaron en Francia y Estados Unidos en el siglo XIX para ayudarse mutuamente eliminando las cadenas de esta cochina sociedad. No funcionó. 

Favorville, ¿iba a ser Bluffville? Se trata de una web donde la gente pide favores y los ofrece. Ya será menos, pensé. No es una web de EEUU sino Canadá. Pero si uno navega un poco verá que reparte favores en los cinco continentes. Eso me llevó a Europa, y descubrí que había tres ciudades españolas metidas en este mercado altruista: Madrid, Barcelona y Valencia. 

Mi curiosidad estaba agitándome. Pinché Madrid y vi que había una docena de personas compartiendo favores. Me fui a la primera y, cielos, ¡se ofrece un coach! No sé. Me esperaba canguros, jóvenes para dar clases de informática a domicilio o cuidadores de periquitos. Pero ¿un coach? Tenía mis dudas. ¿Se trataba de un entrenador americano de béisbol? ¿O era más bien eso que en el mundo de los negocios se llama un coach, es decir, una especie de ángel de la guarda que nos ayuda a mejorarnos como líderes, o simplemente como profesionales? 

«Soy coach a punto de completar mi formación. Me ofrezco a dar sesiones de coaching», decía el texto. Sí, pensé, un asesor profesional. Existen nada menos que ¡25 miembros de Favorvílle en Madrid! y, como decía la web, «continuamos creciendo».

Y bien, «¿Por qué no ofreces tú un favor?» me dijo mi conciencia. Mi cuenta de favores estaba a cero y es un poco escandaloso entrar a Favorville a mendigar favores sin ofrecer nada, ¿no? Eso en spanish se llama «to have a face as a piano» (tener una jeta como un piano). Vamos a ver, yo puedo ofrecerme para ¡enseñar trucos para escribir bien! Eso es. Sirve para el mundo de los negocios, para la comunicación y hasta para los a bogados que presentan esos documentos incomprensibles. 

Me di cuenta que la web de Favorville tiene todo eso muy estudiado. Uno puede poner «Necesito un favor» (está en inglés todavía). O también «ofrezco favor». Puse esto último y entonces salió una clasificación de 23 clases de favores. Vaya: estos anglosajones han llegado a clasificar el universo del altruismo. Hay categorías como empleo, cocina, o animales de compañía. Pero hay otras más arriesgadas como prestar dinero, viajar juntos o comercio. Por supuesto hay una de escribir y editar y otra de consejos de negocios, donde estaba el coach

Me inscribí en el apartado de escribir y editar añadiendo los tags (palabras de búsqueda) para indicar que servía también para el mundo de los negocios. ¿Y cómo son los escasos socios de Favorville en España? Unos se ofrecen para hacer compañía «con nuestro perro». Otros preguntan si alguien puede sacar a su perro por la noche. El más atractivo es una persona que ofrece lo siguiente: «A fuerza de palos, me he hecho un experto en la gestión de reclamaciones a promotoras/constructoras debido a defectos de construcción. Si alguien necesita consejo, tengo un directorio impresionante de personal que asesora y si es necesario, pueden ser contratados para ganar la reclamación». 

En fin, creo que Favorville es un experimento en gran escala de lo que se ha intentado muchas veces en la Humanidad: la solidaridad. ¿Más ejemplos? En Madrid existe una sociedad de voluntarios que se ofrecen a ayudar a los vecinos (teléfono 990.444.555). […] Las olimpiadas de Barcelona, una de las mejores que se recuerdan de la Historia, estaban armadas de un ejército de voluntarios gracias a los cuales todo funcionó como un reloj. Y Estados Unidos está repleta de asociaciones de voluntarios que sustituyen a su Seguridad Social. 

Y la verdad es que todos hacemos favores diariamente, pero creo que esa técnica no es estudiada por ninguna escuela de negocios, a pesar de la importancia que tiene para el PIB. La gente se ayuda en internet sin pedir nada a cambio. Seguro que ustedes han hecho lo mismo que yo cuando tienen alguna duda con alguna cuestión técnica de su ordenador. Pongan por ejemplo «cómo descomprimir archivos» o «qué hacer para tener más memoria» y se encontrarán miles de blogs o portales que les dan consejos gratuitos. Ese intercambio altruista del conocimiento está impulsando la formación a escala planetaria. Hay webs que muestran con videoclips cómo cargar una batería de un iPod con una cebolla: se hacen unos agujeros en la cebolla y se la sumerge en una solución de Gatorade. Al cabo de unas horas, la cebolla absorbe la solución isotónica y luego basta enchufar el conector del iPod a la cebolla y verán cómo se entiende su cacharrito. Éstos y más trucos se pueden ver en http://householdhacker.com. El objetivo de esta web, según explica el autor, es «influir la mente para encontrar cosas prácticas que sean útiles para la humanidad». 

Todo esto forma parte de la comunidad de bienes de intercambio en que se ha convertido la red. La wikipedia, o las webs que tratan los how to (cómo hacer...), ha proliferado en una gigantesca red de favores. Ya hay un libro que estudia este fenómeno. Escrito por Don Tapscott y Anthony Williams (Wikinomics: la nueva economía de las multitudes inteligentes, Paidós Empresa), describe esta miríada de iniciativas que van desde YouTube hasta Flickr o MySpace, donde millones de personas se intercambian información, formación, o puro conocimiento por el simple arte de donarlo sin pedir nada a cambio. 

Yo lo llamaría Hiperfavores pues usan el lenguaje del hipertexto (html) para favorecer a los demás. Como dice este libro, las empresas inteligentes aprovechan este genio colectivo «para espolear la innovación, el crecimiento y el éxito». Es Favorplanet.

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