lunes, julio 21, 2008
Ecologistas a la fuerza
De un tiempo a esta parte el ecologismo y la conciencia "verde" se han extendido a todos los ámbitos de la vida, y raro es el día en que no aparece en la prensa alguna prueba del desastre que nuestra forma de vivir está ocasionando en el ecosistema, el clima o simplemente en paisajes que antes pensábamos inmutables.
Pese a esta concienciación colectiva, no dejan de sorprender los pasos "activos" que algunos gobiernos toman en su carrera por teñirse de verde. Sin ir más léjos, el congreso de Brasil tramitaba a mediados de junio una curiosa ley por la que los ciudadanos de este país deberán acompañar ciertos actos con la plantación de un determinado número de árboles. Esto es, cualquier que quiera casarse, divorciarse, comprar un coche nuevo o construir una vivienda deberá asegurarse la plantación de cierto número de árboles.
La "tarifa" en árboles para cada uno de estos actos está por definir, pero ya se apunta que una pareja debería plantar diez árboles para contraer matrimonio civil y 25 para divorciarse. Por la compra de vehículos nuevos el proyecto la cantidad subiría a veinte árboles para automóviles livianos, cuarenta para los de mediano porte y sesenta para los pesados. En cuanto a la construcción, se prevé la plantación de diez árboles por unidad de vivienda residencial y veinte por cada predio comercial.
La estimación inicial del resultado es de unos sesenta y cinco millones de árboles provenientes del sector de la construcción y sesenta del mercado automovilístico. Además, en pleno entusiasmo legislador, se plantean la plantación de un árbol por cada bebé nacido en el país.
Todo esto, pienso, sería absolutamente precioso si no fuera porque estamos hablando del mismo país que no es capaz ni está dispuesto a proteger el pulmón verde del planeta: el Amazonas. Lo que es peor: son los mismos que están dispuestos a abrir una carretera en plena selva para acceder a parte de las riquezas minerales y madereras que alberga...
Pese a esta concienciación colectiva, no dejan de sorprender los pasos "activos" que algunos gobiernos toman en su carrera por teñirse de verde. Sin ir más léjos, el congreso de Brasil tramitaba a mediados de junio una curiosa ley por la que los ciudadanos de este país deberán acompañar ciertos actos con la plantación de un determinado número de árboles. Esto es, cualquier que quiera casarse, divorciarse, comprar un coche nuevo o construir una vivienda deberá asegurarse la plantación de cierto número de árboles.
La "tarifa" en árboles para cada uno de estos actos está por definir, pero ya se apunta que una pareja debería plantar diez árboles para contraer matrimonio civil y 25 para divorciarse. Por la compra de vehículos nuevos el proyecto la cantidad subiría a veinte árboles para automóviles livianos, cuarenta para los de mediano porte y sesenta para los pesados. En cuanto a la construcción, se prevé la plantación de diez árboles por unidad de vivienda residencial y veinte por cada predio comercial.
La estimación inicial del resultado es de unos sesenta y cinco millones de árboles provenientes del sector de la construcción y sesenta del mercado automovilístico. Además, en pleno entusiasmo legislador, se plantean la plantación de un árbol por cada bebé nacido en el país.
Todo esto, pienso, sería absolutamente precioso si no fuera porque estamos hablando del mismo país que no es capaz ni está dispuesto a proteger el pulmón verde del planeta: el Amazonas. Lo que es peor: son los mismos que están dispuestos a abrir una carretera en plena selva para acceder a parte de las riquezas minerales y madereras que alberga...
