lunes, marzo 24, 2025
Matar el tabú de la muerte
(Leído hace unos años en El País, concretamente en un artículo de Ana Vidal Egea del 13 de noviembre de 2018)
Bares, asociaciones y cursos de formación proliferan a nivel mundial como escenarios de normalización del último adiós...
Hablar de la muerte está de moda [N: o al menos estaba en 2018]. En Bangkok se inauguró [en 2018] el Kid Mai Cafe (que viene a significar “piensa de forma distinta”), que invita a experimentar de manera distinta la idea de la muerte. Este nuevo modelo de negocio —y en concreto el Kid Mai— está causando furor. No solo porque todas las bebidas de su menú tengan nombres tan originales como incómodamente atrevidos (“enfermedad”, “último día”, “envejeciendo”…), sino también porque en el centro de este establecimiento hay un ataúd al que los clientes del café pueden entrar y encerrarse en completa oscuridad (aquellos capaces de permanecer cinco minutos dentro tienen un 10% descuento). La idea, creada por el budista Veeranut Rojanaprapa, lejos de ser tenebrosa, quiere ayudar a acabar con la dependencia de mente y cuerpo ya que, según sus enseñanzas, cuando morimos nos vamos sin nada. Además, según las enseñanzas budistas, cuando un humano es consciente de su muerte, trata de hacer el bien.
Esta es la primera cafetería como espacio físico en la que se invita a tener conciencia sobre la muerte; el concepto de beber café y hablar de nuestra vida finita se remonta a 2004, cuando un antropólogo y sociólogo suizo llamado Bernard Crettaz fundó la tertulia Café Mortel.
La expansión global llegaría mucho después, con el movimiento Death Cafe, impulsado en 2011 en Londres por otro budista, Jon Underwood (quién falleció de leucemia el año pasado a los 44 años). Él fue quien creó el código de conducta para los encuentros periódicos, que han de estar siempre guiados por un mediador voluntario y en los que, mientras se bebe café y té y se toman dulces, se invita a la gente a interactuar con desconocidos para intercambiar ideas y sensaciones sobre la muerte. Desde entonces se han puesto en pie más de 7.000 Death Cafes en 58 países de todo el mundo, con más de 70.000 participantes.
En España ya se han organizado 110 sesiones, por ejemplo, en
Wanda Café Optimista de Madrid, en la Cafetería 8
23 de Barcelona, en el Lemon Rock de
Granada, en la cafetería Wayco de
Valencia, en la Universidad de Alicante, en El Hacedor de Charlas de A
Coruña o en la pastelería Mamia
de Vitoria. [Nota: honestamente no me imagino cómo este concepto ha sobrevivido a la pandemia].
Cada vez son más instituciones y más personas las que toman parte en esta tendencia de descartar la muerte como tabú. En Nueva York se ha creado el Art of Dying Institute (Instituto del Arte de Morir), que organiza, entre otras actividades, conferencias y cursos de formación sobre el tema. Por otra parte, el MOMA dedicó en enero de 2017 su 19º salón a abordar el tema de la muerte en la modernidad. Y la Universidad de Columbia ha creado recientemente el DeathLab, una investigación transdisciplinaria centrada en el diseño de infraestructura mortuoria, dirigida por la arquitecta y educadora Karla Rothstein, con el objetivo de reflexionar acerca de cómo convivimos con la muerte en las grandes ciudades. Incluso hay una aplicación, Wecroak, que cinco veces al día envía citas en torno a la muerte para generar conciencia. Lo último en todo este arsenal contra el tabú mortuorio ha sido The Conversation Project, que también ofrece kits en español invitando a que la gente se cuestione cómo quiere abordar su propia muerte.
¿Quién dijo miedo?Etiquetas: Hay gente para todo
jueves, marzo 13, 2025
Shock in Chinese village as women’s corpses stolen for use in "ghost weddings"
(An article by Neil Connor, on Daily Telegraph, published on 27th February, 2016)
Families pay up to £10,000 on the black market for a ‘corpse bride’ companion bachelor.
Grave robbers in rural China are stealing women's corpses to feed a new demand for "ghost weddings", an ancient ritual whereby elderly bachelors are given a "bride" to buried with when they die.
Under a rural tradition that began nearly 3,000 years ago, families in rural China consider it bad luck for a single man to pass into the afterlife without a female companion at his side. One way to prevent his spirit becoming restless is to provide a female corpse for him to be buried with.
While the ghoulish practice has long been outlawed under communism, it has now revived as newly-wealthy country dwellers pay up to £10,000 per "bride".
The Sunday Telegraph visited the village of Dongbao in China's northern Shanxi province, which has suffered 15 corpse thefts in the last three years alone. At least 15 others have vanished from other hamlets across the region.
“Who knows where they took my mother?” said Li Fucai, 53, standing over a tomb where his father now rests alone. "She is now ill-gotten gains for thieves."
Ancestor worship is deeply-rooted in China, and many people will burn fake money and other tributes to the dead at this year's annual Tomb Sweeping Festival in April. For those who have been the victims of grave robbers, the yearly festival visit to the family tombs can be a difficult one.
“My grandmother must now be wandering other villages, experiencing a painful afterlife,” said 43-year-old Jiang Chaohui, who also had the remains of his great aunt and great-grandmother stolen.
‘Ghost Weddings’ are said to date back to the 17th Century BC in China, and the superstition has persisted despite more than half a century of effort by the Communist authorities to stamp it out. The ritual involves the extra body being reburied and placed along the deceased in their tomb, usually with gongs and drums being played as relatives look on.
Brides are more commonly sought by families because of China’s gender imbalance towards males. A deceased single man is also seen as making a family tree incomplete in the traditional Chinese social order.
Some families will give such a man a "wife" in a form of a silver statuette or a dough mould of a woman, using black beans for eyes. But a handful of communities in inland backwaters still believe that if they fail to provide a real corpse, the dead relative could return to haunt the family and bring misfortune.
The black market in selling human remains is believed to have grown in recent years as China’s economic boom has seen the rural wealthy pay large sums to meet the needs of their deceased loved ones.
Last October, police in Shanxi detained three people suspected of stealing a corpse which they aimed to sell as a bride. In 2013, a gang of four men were jailed after they made £240,000 yuan from the sales of 10 corpses in Shanxi and neighbouring Shaanxi.
Remains of younger women and those who have recently died are more expensive on the black market, but decomposed female skeletons can be reinforced with steel wires before they are clothed and buried, according to Chinese media.
Matchmaking agents provide the ghoulish service of pairing dead bachelors with the bodies of women from consenting families – which appears to be more tolerated by authorities than the illegal corpse trade.
Residents of Quting village, a few miles from Dongbao, told The Telegraph that a local man named Jing Gouzi had purchased a corpse for his recently-deceased elder brother, who had died single. When The Telegraph visited his home, Mr Jing ran out of the back door and left the house unattended.
However, local media reported the purchase, and quoted Mr Jing saying: "I thought of using a woman made of dough, but the old men in our village insisted only real bodies could prevent misfortune." Meanwhile, Mr Li and other locals in Dongbao held a meeting to discuss how they could locate their relatives’ bodies.
“I don’t know whether police can solve this case,” said 53-year-old Jing Dongxi, whose mother was taken last year. Jing Yinliang, aged 47, whose mother was also stolen, said some residents had filled the tombs with concrete to stop potential thieves, while others carried out daily patrols, hired security guards, or moved the burial sites nearer to the village dwellings.
“What can you do? These thieves have dug three metres down,” said Mr Lu, waving his hands in anger.
Regaining his composure and reclining back in his chair, he added quietly: “I used to say a little something to my parents at Tomb Sweeping Festival, but this year, I only have my father to talk to. "I will tell him to take care of himself - and wait until I find mother.”
Etiquetas: Surrealismo cotidiano
sábado, marzo 01, 2025
Una turista colabora en la búsqueda por su propia desaparición en Islandia
(Un texto de Miriam Elies del 28 de agosto de 2012. Lo gracioso es que parece que la mujer tardó un día en darse cuenta de que la supuesta desaparecida en realidad era ella. Quizá lo mejor sea el final :-)).
El pasado fin de semana una turista que pasaba sus vacaciones en Islandia dedicó todo el sábado a ayudar a la policía en las labores de búsqueda de una mujer desaparecida, antes de darse cuenta de que ella era la persona que buscaban.
Según explican varios medios islandeses, la mujer aparentemente desaparecida, cuyo nombre o nacionalidad no se ha facilitado, viajó en autocar hasta Eldgjá, un cañón volcánico de 75 kms. de longitud situado al sur del país. Cuando llegó la hora de regresar, el conductor esperó durante una hora, convencido de que faltaba una pasajera. Después de una larga espera, el hombre decidió reemprender la marcha con un turista menos.
¿Dónde estaba la misteriosa mujer? Según ha trascendido, pasó el rato de espera en el interior del vehículo esperándose, en realidad, a sí misma. Al parecer, un cambio de ropa inoportuno fue la causa de que el conductor del autobús no reconociera a la pasajera.
Al llegar a un núcleo urbano, el hombre denunció a la policía la desaparición de una mujer de entre 20 y 30 años, de origen asiático, de aproximadamente un 1,60 de estatura y que vestía ropa oscura y hablaba bien inglés. A pesar de la detallada descripción que el hombre facilitó a las autoridades –y de la que todos los participantes en la búsqueda eran conocedores- ninguno de los turistas que viajaban en el autocar consiguió identificar a la supuesta desaparecida entre los pasajeros. Ni siquiera ella misma.
La situación duró más de un día, en el cual un nutrido grupo de turistas y agentes participaron en las tareas de búsqueda de la mujer. Incluso la Guardia Costera planteó un operativo de búsqueda del cuerpo en el mar, que fue cancelado por las condiciones climatológicas.
Así, las labores de búsqueda continuaron al día siguiente, esta vez con un equipo de 50 socorristas que buscaron a la mujer hasta las 3:00 de la madrugada. En ese momento, la turista reparó en que el perfil de la persona que buscaban era sospechosamente similar al suyo.
Al final, la propia desaparecida acabo encontrándose a sí misma. Y la búsqueda se canceló.
Etiquetas: Surrealismo cotidiano