sábado, agosto 15, 2009

 

Los peligros de volar (más bien de aterrizar)

Hace ya unos meses que lei una noticia -en El confidencial, creo- que me impactó. Y es que, cuando pensamos en accidentes de avión, siempre pensamos en aviones estropeados, o caidas de aparatos, o despeques/aterrizajes fallidos. Pero nunca se nos ocurriría pensar en caídas de pasajeros, y menos cuando hablamos de caerse de un avión.

Eso fue lo que le sucedió a M.F.V., una señora que llegaba al aeropuerto de Barcelona en un Airbus 320 de Clickair el pasado 22 de septiembre, procedente de Dubrovnik (Croacia). Literalmente, a M.F.V. le segaron la hierba bajo los pies. Siendo más concretos, le quitaron el suelo de debajo de los pies. Conforme recogen las cámaras de seguridad del propio aeropuerto, en el momento en que la señora salió de la aeronave, la escalerilla dio marcha atrás y ella cayó desde 3,40 metros de altura. La consecuencia fueron fracturas múltiples y hospitalización durante meses.

Ríanse ustedes de la aerofobia que puede provocar un vuelo si el peligro acecha cuando uno ya ha aterrizado y lo único que pretende es besar el suelo. Para M.F.V. el beso fue de lo más brusco. Un encontronazo atroz del que todavía está pagando las consecuencias.

El desgraciado accidente fue noticia el pasado otoño, pese a que las autoridades intentaron mantenerlo en secreto. El suceso se produjo porque la evacuación de los pasajeros de los aviones de las aerolíneas low cost se realiza mediante escalerilla y no con los fingers, que trasladan automáticamente a los pasajeros desde la cabina a las salas de espera a través de los pasillos extensibles. Pero las escalerillas son accionadas mecánicamente por operarios y la cabina que las manejan suelen estar más bajas que la plataforma. Por eso, el empleado de Groundforce, la compañía de handling que trabaja en estos menesteres, acercó la escalera, salió de la cabina y subió unos peldaños para cerciorarse de que estaba bien situada. No era así, por lo que volvió a la cabina y realizó una nueva maniobra de aproximación.

En el ínterin, la auxiliar de vuelo del avión escuchó un golpe de la escalera contra el fuselaje y entendió que era una señal de que todo estaba correcto, por lo que abrió la portezuela del aparato y comenzó a bajar a la gente. La Ley de Murphy se cumplió a rajatabla: si algo puede salir mal, saldrá mal. El cuarto pasajero que salió de la cabina fue M.F.V., que no tuvo tiempo de volverse atrás ni de asirse a la barandilla. El hueco que había provocado la escalerilla en la nueva maniobra de aproximación se la tragó. Con una mayor profusión de detalles, la historia es recogida de esta manera por el atestado de la Guardia Civil, basado en las declaraciones de todos los testigos y en la grabación de las cámaras de vigilancia del aeropuerto.


Ya sabemos...¡ojito donde ponemos el pie!


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