jueves, julio 09, 2009

 

"Apartarsus", que nos modernizamos

Cada día que pasa estoy más contenta de haber nacido en este lado del mundo. Siendo mujer el 80% del planeta es un mal lugar para nacer, y, aunque este país tampoco sea el paraíso terrenal, si lo comparas con algunos vecinos del sur se le parece mucho.

Leyendo mensajes de correo antiguos, el otro día cayó en mis manos una muestra de la "modernización" de los países árabes. La noticia era de julio del 2003, pero sigue siendo una muestra clara de cómo van las cosas y un recordatorio de que hay que dar gracias al cielo todos los días.

Contaba el artículo que Malasia, entrando a pasos agigantados en la modernidad, admitía el divorcio con mensajes de texto en el móvil. Si, señores, sí, con SMSs. El texto tiene que ser claro y unívoco para ser válido (es todo un detalle que no admitan ambigüedades), pero, como -según el New Straits Times- decía el Dr. Abdul Hamid Othman, "los SMS son otra forma de escritura".

De esta forma, lo del "divorcio expres" español va, por comparación, a paso de tortuga reumática. El consejero gubernamental en asuntos religiosos, esto es, el hombre que aconsejaba al Primer Ministro de Malasia en aquel tiempo, indicó que esta forma de divorcio era válida a los ojos de la "sharia" -la ley musulmana- siempre que fuera claro y sin ambigüedades.

Esta decisión se ha tomado a raiz de la sentencia de un tribunal malayo a favor de un hombre que se divorció de su esposa de esta forma. Contaba el periódico Utusan malasia que el juez religioso -¿cómo iba a ser de otra forma?- decidió que la declaración de divorcio entre la demandante Azida Fazlina Abdul Latif y el demandado Shamsudin Latif era completamente válida y, como resultado, el matrimonio entre ambos estaba anulado.

El mensaje de marras era supuestamente el siguiente: "Si no abandonas la casa de tus padres, consíderate divorciada". Aunque pueda sonar sorprendentemente breve, no lo es tanto si pensamos que la "avanzada" ley islámica -pronúnciese con la sorna adecuada-, un hombre puede divorciarse sencillamente diciéndole tres veces a su mujer la palabra "talaq" (me divorcio de tí).

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